La historia de vida de Mía Folino, pese a tener tan sólo 24 años, cuenta con diversos momentos bisagra desde muy pequeña: a los nueve meses de vida ya estuvo sobre un escenario junto a Charly García, gracias a su madre.
Claro, Hilda Lizarazu es su mamá, por eso se entiende su relación con el ámbito del rock desde edad temprana y junto a grandes figuras como Charly o Luis Alberto Spinetta, que la vieron crecer.
Por estos días, la joven cantante luce feliz y radiante. La aparición de su primer trabajo discográfico, Fuga, es una razón más que suficiente.
Es que dar un paso en lo propio es crucial en su carrera, según sus propias palabras.
Antes de este importantísimo hecho, desde el plano coral recorrió infinidad de escenarios junto a grandes figuras del ambiente como Emmanuel Horvilleur, Dante Spinetta, Cazzu, Julieta Rada y Emilia, por nombrar a algunos.
Aunque también gozó de homenajear a García junto a su madre, con el mismo cantante de bigotes bicolor sentado en una butaca, observándola con lujo de detalles.
Todo por un disco
Es un jueves por la tarde en el barrio porteño de Almagro. El bar elegido es antiguo: mucha madera y espejos en sus paredes. De sonrisa amplia y con mucha soltura, Mía se brinda por completo a las indicaciones del fotógrafo. Luego pide una botella de agua mineral bien fría y se dispone a hablar, casi sin cesar.
“Estoy contenta con la aparición de mi disco. El otro día estábamos conversando con Juana, mi manager, y de pronto caímos en todo lo que tuvimos que hacer. Cuando sos una artista emergente, te ocupás de todo, cumplimos todos los roles a la vez”, asegura.
Las letras de su flamante trabajo discográfico parecen autorreferenciales, aunque ella aclara lo siguiente: “Existe un hilo conductor en el álbum, aunque no es tan literal: está bueno volcarme a lo poético. Es cierto que en parte es una radiografía de mi misma, pero no sólo de lo actual, porque hay una canción que escribí a los 16. El significado en sí me lo quedo para mí”, remarca con cierto halo de misterio.
A diferencia de muchas cantantes jóvenes de su edad, Mía prefiere apostar al pop en formato canción, con alguna base de máquinas, pero aclara que todo nace desde la guitarra: “Traté de que sea lo más genuino y sincero para la escena, sin ser solemne ni banal. Las mías son letras dramáticas inclinadas al pop, siempre desde la guitarra criolla. Yo vivo la composición como la opción de poder sanarme de la angustia y la tristeza, pero siempre con la voz bien al frente”, resalta.
Más allá de contar con invitados de lujo como Dante Spinetta, entre otros, llama la atención la aparición del cantante Cruz Hunkeler del grupo 1915, que es nieto de una abuela desaparecida durante la dictadura y a quien considera un gran amigo suyo.
“Con él nos solemos juntar a tocar la guitarra en mi terraza. Una vez cantamos juntos en un show acústico. La nuestra es mayormente una relación musical, no es que hablamos de cuestiones particulares, aunque él habla del tema de la dictadura en su banda. Él es parte de mi grupo de amigos músicos”, señala la cantante.
La hija de
Adentrarse en la vida de Mía es fascinante, principalmente por su naturalidad al mostrarse como una chica común, que nunca sacó chapa por ser «la hija de». Ni tampoco por dejar de hacer lo mismo que harían otras chicas de su edad.
“Mi infancia fue muy natural. Nunca fui de sentir algo anormal en relación a otros del colegio. También es cierto que quizás lo que yo naturalizo tiene que ver con cómo fue mi vida. Mi mamá me dio a luz cuando estaba en un retiro espiritual en un monte en Córdoba”, narra con una enorme sonrisa en su rostro.
Y prosigue: “A mis 2 ó 3 años, mi mamá detuvo un tiempito su carrera. Ella siempre tocaba la guitarra y yo creo que estando en su panza ya lo tomé como propio. Por eso no me imagino sin la guitarra a mi lado. La música siempre fue un aspecto en mi vida. Con los años, a veces mamá me invitaba a cantar, pero yo era un poco reacia, más aún en le secundaria”.
Enumerando diversos momentos de su primera juventud, Folino continúa desenvolviendo recuerdos:
“Mis amigos me preguntaban si yo me dedicaría a la música y yo les decía que nada que ver. Después me di cuenta que ya lo estaba haciendo sin darme cuenta: en paralelo al colegio, me la pasaba yendo a shows”.
-¿A qué recitales ibas?
-Iba a ver a los Illya Kuryaki, a Bándalos Chinos o a El Kuelgue. Solía ir muy seguido a Niceto o bien a Ciudad Cultural Konex. Otros artistas que me encantan son: Candelaria Zamar, que es una cantante increíble, y Miranda!: a ellos los fui a ver muchas veces porque sus shows son alucinantes, hay mucha puesta en escena. Eso tiene que ver con la posibilidad económica que tenga uno para sostener semejantes espectáculos.
Gira en familia
Sobre la relación con su madre y los roles en común, para el caso, el cantar juntas sobre el escenario, la joven vocalista se refiere a algunos vaivenes, pero de manera graciosa.
“Cuando estamos juntas en algún show, intento no olvidarme que estoy trabajando. A veces me cuesta un poco, más aún por los límites laxos. Es como cuando trabajás con un amigo: a veces lo que supera es la confianza. En los camarines, ella dice que meto la mano en sus maquillajes, siempre me lo recalca. Yo me lo tomo como cualquier trabajo. También cuando estamos con Lito Vitale, la pareja de mamá”.
Precisamente sobre Vitale, el análisis de su relación no es menor, pues lo considera como un segundo padre.
“Él es un gran referente para mí. Siempre recurro a él. Hace 15 años que son pareja con mamá. La nuestra es una relación de gran familia. Cuando salimos de gira con toda la banda, es esa la sintonía. Pensá que también toca con nosotros Luciano, su hijo del medio. Y hay hasta ex parejas que forman parte de nuestro grupo con el que giramos con Lito y mamá”, confiesa.
Y después sigue arrojándole flores, además de bromear sobre un aspecto del pianista: “Lito es muy importante para mí como padrastro y en lo laboral. Es un gran director de equipos, es muy generoso. Además, aunque no venga al caso, son muy parecidos con Gabriel Rolón. Yo se lo vivo diciendo. Y él lo asume. Rolón también lo sabe, ellos se ríen y se caen bien cuando se ven en algún lado”.
Acerca del vínculo particular entre ella y la familia Vitale, la artista marca un detalle importante.
“Ellos son ‘muy familia’, siempre hay juntadas para comer los domingos en su casa de San Telmo. Como yo no tengo hermanos, lo vivo de una manera muy linda y suelo ir a esos encuentros. A veces voy sola porque quizás mamá no va. A Lito le encanta cocinar al disco y su hermana Lili ama cocinar arroz japonés. Ellos cocinan muchas verduras, es como un ritual, las juntadas del domingo son sagradas para ellos encima que son un montón. A mi me gusta mucho ir a San Telmo, además mi papá y mi tía viven por ese barrio también”, asevera.
Sin dejar de lado a su madre en la conversación, de pronto se le viene a la mente el día a día entre ellas dos. Y esboza una carcajada.
“Vivo a 10 cuadras de mamá. Como yo vivo en un segundo piso por escalera, entonces ella pasa con la bicicleta y toca su timbre. Yo la escucho, me asomo y le lanzo la llave desde arriba. Otras veces pasa tan sólo cinco minutos, tomamos un café y se va. Así somos”.
La música de Charly
Con relación a Charly García y los recuerdos que atesora sobre él por su cercanía a su madre, Mia no se acuerda de los tres posando sobre un escenario porque aún era una beba.
“Lo que me sucedió no es lo más normal del mundo. No nos vemos seguido. Pero debo asumir que conocí la música de Charly en paralelo a conocerlo a él. Tardé más en entender el gran músico que era. Mis profes de música me hablaban todo el tiempo de él o bien resaltaban todos que mi mamá era famosa, pero yo no tomaba dimensión”, señala.
Toma aire y prosigue: “Ahora bien, sobre la foto con Charly y Luis Alberto Spinetta sí que me acuerdo. Más aún porque yo era recontra fanática de Spinetta desde los 5 años. Cuando lo tuve ahí, al lado mío, me impresionó. ‘¡Es él!, pensé. Luis no formaba parte del grupete de mamá, pero siempre solía acercarse a saludar”.
Pese a declararse públicamente simpatizante acérrima del Flaco Spinetta, es a Charly García a quien decidió homenajear junto a su madre.
-¿Qué te dijo Charly luego de verte cantar en vivo y en directo alguna canción suya?
-Me escuchó cuando canté en su cumple de 70 años, en el 2022, en el ex CCK. Antes de retirarse, se acercó y me dijo al oído: ‘¡Bien, nena!’ Siempre tiene buena onda conmigo. Me da un poco de pudor que él me escuche. Mamá una vez le envió una grabación mía con el tema Adela en el Carrusel y supuestamente le encantó. Charly es como un tío para mí. Si la primera vez que subí a un escenario fue en un show de él. Siempre muy protector conmigo.
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Hilda Lizarazu cantando con su hija Mía a upa Bajada: Fue en un show de Charly García
-¿Y qué podés decir sobre Fabiana Cantilo, una de las primeras del grupo de amigas de tu madre en ofrecerte trabajo?
-Ella me había convocado para Proyecto 33 en el Maipo. Yo tenía tan solo 16 años, ¡era una cachorra total! Ella es como mi tía, así la siento. ¡Es muy graciosa!
Con ella compartí un verano en Puerto Rico, no estaba mamá en ese viaje. Fui a visitar a Margarita Bruzzone, que fue manager y también es como una tía mía y su hijo tiene la misma edad mía. Lo cierto es que Fabi estaba allá cuando llegué. En ese viaje compartimos muchas cosas juntas y solas, porque antes sólo era en camarines. Bueno, el asunto fue el siguiente: cumplí años allá y me quiso llevar en un helicóptero a una isla. ¡Me despertó a las 7 de la mañana! Yo tenía sueño y no quise ir. Entonces de regalo me llevó a un hotel top a pasar el día. ¡La pasamos súper! Por siempre guardo ese gran recuerdo.