Se podrá subir hasta la punta del Obelisco en ascensor: cómo es por dentro y desde cuándo se podrá usar

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La oscuridad y la sensación de soledad quedaron en el pasado. El Obelisco por dentro, una experiencia reservada para unos pocos dispuestos a trepar los 206 escalones de la escalera vertical de hierro, cambió en forma radical.

Ahora tiene un ascensor que, rodeado por una escalera caracol, ofrece la opción de subir hasta la cima, a 67,5 metros del piso, en apenas un minuto. Es un viaje en el que, además, a través del vidrio y gracias a la iluminación Led, se ven las huellas de hormigón del monumento inaugurado hace casi 89 años.

Con el objetivo de revalorizarlo como atractivo turístico y ofrecer la posibilidad de acceder a las vistas de la Ciudad que se consiguen desde su cima, en septiembre comenzó una obra compleja, ya que toda la estructura que ya está en el interior del Obelisco se fabricó en un taller de Laferrere, se desarmó y se volvió a montar adentro del monumento. La dificultad radicó principalmente en el espacio reducido para trabajar.

Y más allá de la obra terminada, aún no se sabe cuándo comenzarán las visitas. El Gobierno porteño solo informó que está en marcha una licitación para que las gestione un privado. Y que habrá una instancia previa para vecinos el 23 de mayo, cuando el Obelisco cumpla 89 años.

La empresa Ascensores Servas (SA) fue la que hizo el trabajo, presupuestado en $ 188.890.400. Además, como el Obelisco es Monumento Histórico Nacional, la Comisión Nacional de Monumentos intervino para aprobar el proyecto, que no afecta la fachada exterior.

Para instalarlo, se diseñó una estructura reticular que fue fijada a sus paredes laterales y se asentó sobre una base. «Luego, sobre esa estructura se montaron motorización, guías, cabina, puertas automáticas y el resto de los componentes», según las especificaciones técnicas del proyecto.

Además, explicaron que «el ascensor es del tipo sin sala de máquinas con motorización Gearless». Aunque puede andar más rápido, por una cuestión de seguridad funciona a una velocidad de 60 metros por minuto, por lo que el trayecto se completa en 60 segundos.

«Acondicionamos instalaciones eléctricas y adaptamos el piso para fijar la escalera caracol y la estructura metálica del ascensor, mientras que el ascensor propiamente dicho ingresó y se armó adentro, ya que la puerta original es el único punto de ingreso”, resumió Ignacio Baistrocchi, ministro de Espacio Público e Higiene Urbana.

La cabina, con capacidad de 4 personas y una carga útil de 300 kilos, tiene 2 de sus lados y las puertas automáticas panorámicas, lo que permite apreciar toda la estructura interna. Para su objetivo turístico, solo se detiene en la planta baja y en la cúspide, pero está diseñado para contar con otras 6 paradas que pueden ser utilizadas en situaciones de emergencia, lo mismo que la escalera que lo rodea.

El ascensor llega hasta el nivel 55, y luego hay que subir 35 escalones más por una escalera caracol que lleva hasta la cúpula, en donde el tiempo siempre parece corto para quedarse y mirar hacia los cuatro puntos cardinales a traves de las ventanas. Es que se vuelve complejo elegir para qué lado mirar. Y es imposible no empezar el juego para identificar las famosas cúpulas y los edificios históricos de la Ciudad.

Hacia el Sur irrumpe el edificio del Ministerio de Obras Públicas (MOP), que «rompe» la traza de la 9 de Julio. Y se imagina el viejo proyecto de hacerle un gemelo enfrente, que hubiera causado más problemas de tránsito pero le habría dado al paisaje una simetría que no tiene. También el edificio del Plata y el cartel que anuncia su obra de reconversión.

Al Este se ve cómo la avenida Corrientes baja hacia el río. En el giro desde la vista sur aparecen la Diagonal Norte y las cúpulas del los edificios Bencich. También el mirador de la Galería Güemes y los rascacielos de Puerto Madero.

La vista Norte también tiene el río de fondo, el inicio de la autopista Illia, el edificio conocido como El rulero y los aviones que despegan desde Aeroparque. Y al Oeste, antes de dar el giro completo, el Palacio de Justicia, otra vez la avenida Corrientes, la cúpula verde del Congreso Nacional y ahí nomás la de la Confitería del Molino.

Si bien el atractivo principal está en la altura y en ver a Buenos Aires desde el Obelisco, en la base habrá un plus. Se colocará una cubierta de vidrio que permitirá ver el paso del subte D, que tiene su recorrido justo por debajo de la Plaza de la República.

Además, otro trabajo destacado fue el reemplazo del pararrayos original, que había sido instalado en 1936, para la inauguración. El nuevo se colocó gracias al trabajo de una grúa gigante. Y el histórico será donado al Buenos Aires Museo (BAM).

“Este gran proyecto de ingeniería va a revalorizar uno de los símbolos porteños. El mirador panorámico es un nuevo atractivo turístico que cambiará la manera de ver nuestra Ciudad y su patrimonio, como en las grandes metrópolis del mundo”, dijo el Jefe de Gobierno, Jorge Macri.

Cómo serán las vistas

Aunque la obra está terminada, todavía está pendiente la licitación para adjudicar el sistema de visitas al Obelisco. «El Ente de Turismo de la Ciudad se encuentra trabajando en un proceso licitatorio para la operación del mirador, que incluirá una propuesta museográfica que complemente esta nueva experiencia para vecinos y visitantes de la Ciudad», explicaron fuentes del Gobierno porteño. Y agregaron que será junto con un privado.

Se estima que las visitas serán con reserva previa debido a la capacidad limitada. Por el momento, se sabe que para el aniversario número 89, que será el 23 de mayo, se hará una convocatoria similar a la de aniversarios anteriores, en los que los interesados podrán inscribirse a través de las redes para participar de un sorteo y así subir por primera vez en el ascensor.

La historia y un nuevo descubrimiento

Aunque no se sabía hasta ahora, el proyecto de incorporar un ascensor existe desde que el arquitecto Alberto Prebisch ideó el monumento para conmemorar los 400 años de la primera fundación de Buenos Aires. El Gobierno porteño dio a conocer una carta del entonces intendente porteño, Mariano de Vedia y Mitre, en la que el 4 de mayo de 1936 le escribía a Ramón S. Castillo, interinamente a cargo del Ministerio del Interior de la Nación: «Existe el propósito de dotarlo de un ascensor interno que permita el acceso del pueblo a la cúspide del monumento».

Más de 85 años después, el primer paso para el proyecto se dio en 2022, cuando la entonces administración de Horacio Rodríguez Larreta lanzó el llamado a licitación. Pero la iniciativa no avanzó hasta septiembre del año pasado, cuando se iniciaron las obras.

La construcción del monumento, en 1936, costó 200.000 pesos moneda nacional. La obra estuvo a cargo de la empresa alemana G.E.O.P.E.-Siemens Bauunion-Grün & Bilfinger y fue levantado en 31 días por 157 obreros.

En el espacio que hoy ocupa la Plaza de la República estaba la iglesia de San Nicolás de Bari. Y allí se izó por primera vez la bandera nacional en la Ciudad, el 23 de agosto de 1812, un hecho que se recuerda con una inscripción en una de las caras del Obelisco. En las otras tres se conmemoran la primera fundación de la Ciudad por Pedro de Mendoza, la segunda por Juan de Garay y la federalización de Buenos Aires en 1880.

Cuando se inauguró, los diarios de la época lo llamaron “armatoste sin sentido” y “bodrio en perspectiva”. También «feo punzón». Y un verso popular decía: “En el medio de la calle/ hay una mole parada/ la llaman el Obelisco/ y no sirve para nada”. Prebisch, su creador, prefirió definirlo como “una obra abstracta, pura y simple, que nada simboliza”. Sólo Baldomero Fernández Moreno le encontró poesía: “Dónde tenía la ciudad guardada/ esta espada de plata refulgente/ desenvainada repentinamente/ y a los cielos azules asestada”, escribió.

En 1939, el Concejo Deliberante aprobó una ley para demolerlo por 23 votos contra tres. Los concejales argumentaron motivos “económicos, estéticos y de seguridad pública”.

Una de las preocupaciones era que los paneles de piedra se desprendían. Lo salvó el veto del intendente Arturo Goyeneche, que alegó que el Obelisco estaba en jurisdicción nacional. Entonces, las placas de piedra fueron reemplazadas por revoque de cemento que, más adelante, fue pintado con 620 litros de látex.

Con los años se fue convirtiendo en un ícono de la Ciudad. Y ahora es uno de los puntos más fotografiados por los turistas, junto con el jardín vertical con las letras BA. También es epicentro de festejos de logros deportivos.

El último fue el Mundial de Catar, en diciembre de 2022. De hechos políticos y artísticos, como los cierres de las campañas electorales de 1983 y shows musicales. Además, pasó por intervenciones artísticas, le pusieron un preservativo y hasta se descolgaron con sogas desde su cima.

Ahora que tiene un ascensor adentro, comenzará a cambiar su impronta de fotos «con el Obelisco» y serán muchos más los que podrán tener su retrato de la Ciudad «desde la punta del Obelisco».

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