En tiempos donde todo parece resolverse desde un celular, compartir una foto del DNI se volvió una práctica frecuente. Ya sea para completar una compra, inscribirse en un curso o validar una identidad en una app, muchas personas envían una imagen del documento sin pensar en los riesgos. Sin embargo, esta acción puede tener consecuencias graves y facilitar delitos como la suplantación de identidad, el fraude financiero y el robo de datos.
El Documento Nacional de Identidad contiene información sensible que, al quedar expuesta, puede ser utilizada para fines ilícitos. Aun cuando el perfil desde el que se comparte esté configurado como privado, esa imagen puede ser capturada, reenviada, copiada o alterada por terceros. Incluso si parte del documento se tapa con un dedo, filtro o emoji, existen herramientas de edición que podrían reconstruir los datos cubiertos.
Uno de los principales peligros es el uso del DNI para hacerse pasar por otra persona. Con los datos del documento se pueden abrir cuentas bancarias, contratar servicios, realizar compras online o crear perfiles falsos en redes sociales. Además, en combinación con otra información pública (como fotos o posteos previos), es posible realizar estafas, en las que los delincuentes engañan a familiares, contactos o empresas haciéndose pasar por la víctima.
Otro riesgo es la extracción de datos mediante los códigos QR o de barras que figuran en el documento. Estos elementos permiten una verificación automática que facilita aún más la suplantación si caen en manos equivocadas.
En caso de que una entidad solicite una foto del DNI, lo recomendable es:
Según el portal oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Ley Nacional de Protección de Datos Personales (25.326), solo ciertos actores están autorizados a requerir el documento, siempre con justificación clara y consentimiento informado:
En todos los casos, se debe garantizar la privacidad del titular y ofrecer opciones de resguardo o eliminación de los datos.