El pasado 11 de abril, en su programa por la alicaída pantalla de El Trece, la periodista y conductora Viviana Canosa sorprendió a todos al asegurar que su ex peluquera y amiga Lizy Tagliani durante mucho tiempo le robó dinero y hasta pertenencias de su hogar. En el fragor del minuto a minuto, su escalada de irascibilidad llegó hasta el punto de dar a entender que la conductora de “La peña de Morfi” era parte de una red de trata que trasladaría menores desde Misiones para su explotación sexual y que estaría vinculada a la causa de Marcelo Corazza que está siendo investigada muy lentamente por la Justicia. Incluso mencionó la posibilidad de presentarse y denunciar penalmente a Lizy, hecho que terminó sucediendo a los pocos días de tal explosión televisiva. Aunque evitó dar nombres concretos, la periodista insinuó que tanto la humorista como la artista Costa estarían involucradas, sugiriendo la existencia de videos en boliches con menores y drogas.
“Viviana Canosa quería protagonismo, sumar puntos de rating para su programa al que le estaba yendo muy mal y tiró una bomba, sabiendo que, si surgía efecto, se sumaría a una causa que ya existía y de la cual tenía mucho conocimiento”, asegura en off un reconocido abogado que suele estar en la pantalla de A24. Lo cierro es que Canosa multiplicó el rating de 1 a 5 puntos. Agrega el abogado: “Ella en primera instancia no aportó ninguna prueba sino información y testimonios que le habían llegado. El error de Stornelli, quien la recibió en Comodoro Py, fue no preguntarle quiénes hacían esas declaraciones. Ella sabía que en el revoleo mediático, algún testimonio más, de esa causa madre en la que nadie quiere profundizar porque toca a gente realmente muy pesada, iba a aparecer y así sucedió a través de la ONG Madres de Víctimas de Trata, que tiene como abogada Marcela Cano”. Y concluye: “Canosa ya tiene su defensa, si no prospera, culpa a la Justicia por su inoperancia e inacción, y si la causa entra en stand by, se resguarda bajo la figura de ser periodista, que no puede más que denunciar y abrir los ojos de los que prefieren no ver nada”.
Descontrol. El problema de Viviana Canosa en este rompecabezas de fichas inconexas fue el orden de los factores y los satélites que tomaron su propia órbita. Tomás Méndez, conductor de Canal 9, jugó un papel crucial en esta debacle de credibilidad al revelar los nombres de los famosos mencionados en la denuncia de Canosa y en potencial pasó lista: Florencia Peña, Lizy Tagliani, Elizabeth Vernaci, Costa, Humberto Tortonese, Jey Mammon y los ex «Gran Hermano» Nicolás Grosman y Martín Ku.
Canosa tampoco pudo anticipar el fuego amigo. Mirtha Legrand en su mesaza dio a entender qué le creía más a Lizy que a su compatriota de canal y otro emblema de las tardes de El Trece, Mariana Fabbiani, también acusó a Adrián Suar de alimentar monstruos en un horario donde ella lideraba en rating.
Otro punto que se le fue de control a la periodista fueron las réplicas de los acusados. Así, en lo sucesivo, un desfile de abogados fueron a ver las situaciones legales de sus defendidos. Por Florencia Peña fue Fernando Burlando, por los dos «Gran Hermano» Martín Ku y Nicolás Grosman se hizo presente Leonardo Sigal y, entre varios más, Gastón Marano por Jey Mamón. Todos coinciden en que avanzarán con una denuncia civil que les dará a sus patrocinados “una retribución económica muy grande por ensuciar su buen nombre y honorabilidad”. Hay que destacar algo, en caso de no avanzar la denuncia de Canosa o que quede “cajoneada”, como se dice en la jerga, no cae en el marco del falso testimonio porque para ello debe demostrarse dolo. Las denuncias que no llegan a puerto no son consideradas falsas.
Fuentes. Sobre la denuncia de Canosa, NOTICIAS habló con Marcela Cano, la representante legal de la ONG que está palmo a palmo con la periodista en esta patriada: “Tenemos dos casos individualizados que quieren declaran. El tema es que cuando las víctimas están dentro de un proceso donde hay famosos, políticos y gente poderosa, tienen mucho miedo. Porque no solo ellos reciben amenazas, sino también su entorno familiar directo. Entonces eso complica muchísimo avanzar, porque aunque se les asegura anonimato y protección, el miedo los paraliza”. Y sobre si confía en que esta vez la Justicia realizará su trabajo hasta legar a las ultimas consecuencia, responde: “Quiero creer en el compromiso que asumió la Justicia y en el eco que genera la palabra de Viviana Canosa, para que esta causa no naufrague como tantas otras veces. Además se están sumando víctimas que nos hablan desde todas partes del país, asegurando que tienen pruebas y que están decididas a presentarlas. Esta vez tengo fe”.
La denuncia de Canosa, fundada o no, indudablemente generó un intenso revuelo en la Justicia y en el medio televisivo, y reactivó, aunque sea de manera atolondrada, causas que parecían dormir plácidamente en los cajones de los jueces. Lo importante es evidenciar las redes de explotación y abuso de menores aunque se llegue a los niveles más altos del poder nacional. El revoleo de nombres debería motorizar los tiempos judiciales para esclarecer los hechos, sancionar a los responsables y exculpar a quienes sin motivo vieron su nombre incluido en un delito atroz.