Bosnia: Dodik desafía a Bruselas y mantiene su cargo en la República Srpska

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Milorad Dodik, presidente de la República Srpska en  Bosnia-Herzegovina, fue  destituido por orden del Alto Representante, Christian Schmidt, un funcionario extranjero con poderes extraordinarios que puede anular leyes y remover dirigentes electos. La medida llegó tras la negativa de Dodik a obedecer resoluciones del Tribunal Constitucional y del propio Schmidt.

El caso reaviva el debate sobre el sistema político impuesto por el Acuerdo de Dayton (1995), que creó una Bosnia federal dividida en dos entidades: la Federación, de mayoría bosnia y croata, y la República Srpska, de mayoría serbia. Lo que nació como un equilibrio entre comunidades se transformó en una estructura donde el centro concentra cada vez más poder.

Un sistema diseñado para el control externo

Desde 1997, el Alto Representante —siempre extranjero— cuenta con los llamados Poderes de Bonn, que le permiten legislar, anular decisiones y destituir autoridades. Aunque se presentaron como medidas temporales para garantizar la paz, se convirtieron en un mecanismo permanente de control.

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Schmidt, designado en 2021 sin aval del Consejo de Seguridad de la ONU por la oposición de Rusia y China, utilizó estas facultades contra Dodik luego de que éste promulgara leyes para limitar la influencia de Sarajevo sobre la República Srpska.

Condena judicial y resistencia política

El Tribunal Federal condenó a Dodik a un año de prisión y seis de inhabilitación por desacato. La pena de cárcel fue luego reemplazada por una multa equivalente a 18.660 euros, pero la prohibición política sigue vigente. Pese a ello, el líder serbio se mantiene en el cargo con el respaldo del parlamento local.

Su mensaje fue directo: «Rendirse no es una opción». Además, calificó la decisión judicial como «bullshit» y acusó a Sarajevo y a las potencias occidentales de intentar someter a la República Srpska.

Apoyo internacional y postura pro-Israel

Dodik ha recibido respaldo de Rusia,  Serbia y del primer ministro húngaro Viktor Orbán, mientras que la Unión Europea y Estados Unidos exigen su salida inmediata.  Su firme postura pro-Israel también lo ha diferenciado: tras el ataque del 7 de octubre, iluminó la sede presidencial con los colores israelíes, en contraste con Sarajevo, que proyectó la bandera palestina.

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Un patrón que se repite en Europa

El caso de Dodik se suma al de otros líderes europeos —como Călin Georgescu en Rumania, Robert Fico en Eslovaquia y Marine Le Pen en Francia— que desafían la línea de Bruselas y enfrentan campañas judiciales o mediáticas. El mensaje es evidente: cuando las urnas no dan el resultado esperado, se utilizan herramientas institucionales para revertirlo.

Bosnia se convierte así en un laboratorio político donde la soberanía puede ser revocada por decisión de burócratas internacionales. Un modelo que, lejos de fortalecer la democracia, plantea serias advertencias para el futuro.

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