La racha adversa de Boca en el Torneo Clausura ya suma 12 partidos sin victorias y la presión se hace sentir en cada presentación. El equipo apenas cosechó tres puntos en cuatro fechas y, aunque el viaje a Mendoza parecía ser un respiro al jugar lejos de su gente, la tensión volvió a hacerse presente en la previa del choque frente a Independiente Rivadavia.
El sábado, la llegada de la delegación a la provincia cuyana estuvo marcada por un recibimiento masivo. Entre el apoyo y los cánticos de aliento, también se escucharon reclamos. Se entonaron canciones clásicas de los momentos difíciles, esas que habitualmente resuenan en la Bombonera cuando la paciencia se agota.
La tensión creció aún más en la madrugada del domingo, cuando aparecieron dos pasacalles con mensajes contundentes. “La camiseta de Boca se tiene que transpirar”, decía uno, mientras que el otro iba todavía más al hueso: “Están en Boca respeten la camiseta y a su gente”. Los carteles fueron retirados rápidamente por personal de seguridad para evitar que los futbolistas los vieran al salir del hotel.
Si bien los mensajes no tenían firma, su sola presencia agitó el clima enrarecido que ya acompañaba al plantel. Lejos de pasar inadvertidos, se sumaron a una serie de situaciones que exponen la presión que atraviesan jugadores y cuerpo técnico en este momento crítico.
EL PARTIDO QUE ES UN PUNTO DE QUIEBRE PARA BOCA
En lo estrictamente futbolístico, el equipo de Miguel Ángel Russo se mide esta noche desde las 20.30 con Independiente Rivadavia en el estadio Malvinas Argentinas. La urgencia de ganar choca con el nerviosismo que rodea a la delegación, al punto de que los futbolistas evitaron el contacto habitual con los hinchas en el hotel.
La posibilidad de permanecer en Mendoza tras el encuentro, algo poco frecuente en viajes de cabotaje, refuerza la idea de una concentración atípica. Todos los jugadores considerados en competencia están presentes, pero la sensación general es que la soga aprieta cada vez más fuerte.